domingo, 23 de febrero de 2014

Hoy es el día, el día para el que estuve todos estos años preparándome, y al que con tanto miedo esperaba. Mucha gente ha pasado por lo que yo voy a pasar en unas horas, unos salían de esa sala tranquilos como si ahí dentro no hubiese pasado nada, pero otros muchos salían tristes, deprimidos con las lágrimas en los ojos y la mirada caída.

Mi madre me llama, me avisa de que nos vamos, siento molestias en el estomago, estoy nerviosa. Que pasará si sale mal? No paro de preguntarme lo mismo, pero al mismo tiempo pienso "Tranquila saldrá bien".

Antes de irme de casa abro mi joyero y cojo mi búho, un collar con mucho valor para mi que sé que me ayudará a estar más relajada para cuando empiece.

Entro en el coche y mi madre me mira y me sonríe, no me dice nada y yo tampoco a ella, porque no paro de pensar en que va a pasar. Lo que pase en unos minutos cambiará mi futuro.

Llego, y antes de salir del coche mi madre me da unos ánimos que solo me sacan una sonrisa forzada y no esos malditos nervios que solo empeoran las cosas. No paro de manosear el búho para intentar distraerme.

Estoy sentada, preparada, pensando positivamente y ya no muy nerviosa. Abren la puerta, sale un niño, se ve triste, decepcionado, me da pena, y no paro de pensar en que en unos minutos puedo llegar a saber que siente ese niño por mi misma. Dicen mi nombre, me levanto y entro en la sala. Al entrar veo a tres personas, entre ellas a mi profesor que tanto me había apoyado para este momento. Voy a empezar, coloco mis partituras, me posiciono y cojo una bocanada de aire.